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¡Hemos llegado a las dos mil visitas!
Estela y yo hemos decidido que -si queréis- podemos hacer algo especial para celebrarlo.
Para ello necesitamos ideas. Si tenéis alguna sugerencia, podéis contactar con nosotras en Twitter (María y Estela).
Si no venís con ninguna no haremos nada y todos moriremos de tristeza.

Capítulo quince.

Quería verla. Después de tantas discusiones, debates y risas acumuladas; quería verla. No se atrevía mucho a sacar el tema, pero no dejaba de repetirse lo mismo en la cabeza.
Últimamente la notaba decaída. Y no sabía precisamente qué era. Así que decidió intentarlo.

*Marcar número de teléfono.*
Buzón movistar; el teléfono 643837104 está apagado o fuera de cobertura. Por favor, deje su mensaje después de la señal.
*Colgar.*

Estaba harto de contestadores. Harto de todo.
Eran las cinco de la tarde, y tardaría una hora en llegar a la playa, pero cogió las llaves del coche, y su iPod, y se dirigió hacia la puerta. Podía irse, aunque tendría que volver temprano; al día siguiente tenía clase. Bajo las escaleras de la residencia corriendo, y el conserje se percató de su enfado.
-¿A dónde vas? Mañana tienes clase, y luego te veo muerto de sueño deambulando por aquí. ¿Estás bien, Jaime?- No se conocían de mucho, pero cruzaban palabra de vez en cuando. Siempre era muy educado con él, así que no podía ser desagradable con él.
-Vuelvo en unas horas. No te preocupes, pero gracias.- Fingió una sonrisa, que tranquilizó la expresión en los ojos de aquel hombre tan atento.

Consiguió bajarle los humos, pero no reprochó la idea de volver a su sitio preferido. El viaje se le hizo largo, ya que no había puesto música y así evitar cualquier bajón, que empeoraría las cosas.
Llegó a su hogar, con esos habitantes fantasmas, y las luces de Navidad todavía puestas. La temperatura era perfecta para un picnic viendo la puesta de sol, y las nubes decoraban el cielo como si de un cuadro se tratara. Todo parecía perfecto; aunque él en el fondo odiaba esa perfección.
No pasó a ver a su madre, que se preocuparía si supiera que tendría que volver a la residencia después de cenar, y tendría que conducir de noche. Fue directamente a la playa, a las rocas.
Al llegar, se dio cuenta de que no estaba solo. Una silueta tapaba el sol, y creaba un fotogénico contraluz, que le recordó que tendría que haberse traído la cámara. Aquella persona no se dio cuenta de su presencia, y ni se inmutó.  Decidió bajarse a la orilla, y ver la puesta de sol desde allí. Solía estar acompañado por drogadictos y personas de ese estilo, así que le había dejado de importar la compañía de otras personas por allí. Se había sentado en la arena, cuando una voz sonó de detrás suya:
-¿No saludas?- preguntó una voz femenina.
Se dio la vuelta, y la miró.
Estaba preciosa, con su bufanda, y sus vaqueros rotos. No iba pintada, ella odiaba el maquillaje. Y se encontraba igual que la última vez que la vio. No se lo podía creer.
-¿Judith..? ¿Qué.. Qué haces aquí?- se sonrojó, y los párpados se le llenaron de lágrimas, que deseaban salir de su escondite.
Ella bajó, y se acercó a él. Los dos habían esperado aquel reencuentro mucho tiempo, pero ninguno quería saber qué podría ocurrir después.

2 comentarios:

  1. QUÉ TENSIÓN, QUÉ EMOCIÓN, QUÉ NERVIOS, QUÉ TODOOOOOO :DDDDDDDDDD
    Pero no puede volver con Judith, tiene que estar con Alicia, jo... :(

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    1. JAJAJAJAJAJAJA Todo a su tiempo; paciencia.
      Un beso ^^

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