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¡Hemos llegado a las dos mil visitas!
Estela y yo hemos decidido que -si queréis- podemos hacer algo especial para celebrarlo.
Para ello necesitamos ideas. Si tenéis alguna sugerencia, podéis contactar con nosotras en Twitter (María y Estela).
Si no venís con ninguna no haremos nada y todos moriremos de tristeza.

Capítulo veinte.

Esa no era su idea de concierto. No estaban dentro, rodeados de todo eso que se supone que le alegraría la noche, o que al menos, se la haría un poquito mejor. No estaba cantando las canciones a pleno pulmón y ningún borracho le había tirado la bebida en su ropa. Esa no era su idea de noche de fiesta. Ahí estaban, los cinco; Álex, Alicia, y los tres amigos de él, de los cuales Alicia no había memorizado sus nombres; sentados fuera del recinto (que al ser al aire libre, al menos dejaba oír la música) con bebidas baratas compradas en algún supermercado de allí cerca. Se estaba muriendo de frío.
-Teníamos que haber estado dentro, tío, teníamos que...
-¡Cállate ya, joder! -Gritó Álex, y la música volvió a oírse de fondo.
Alicia cada vez se sentía peor. Era todo culpa suya. ¿Por qué no la avisaron de que era para mayores de edad? ¿Por qué no han entrado ellos y ella se hubiese vuelto a casa? Porque a Álex no le daba la gana, y había insistido en que el concierto no sería para tanto y que ni loco iba a perderse las canciones: o todos dentro, o ninguno. Y parece ser que ninguno.
-Lo siento...
Y mientras el mismo que había hablado antes le soltaba un par de burradas a la rubia acomplejada, los otros amigos le intentaron calmar. Alicia quería irse de ahí cuanto antes, y no volver a hablar con ninguno durante el resto de su vida.
-Ey... no le hagas ni caso, es imbécil. -Álex lo dijo con tanta naturalidad que hasta ella misma comenzó a llamarle en su cabeza de esa manera. El imbécil se apartó del grupo con un cigarro en la mano, sin decir nada.- ¿Quieres que te traiga algo más de beber?
-No, tranquilo, todo bien -dijo levantando su vaso casi a la mitad.

Horas y horas allí, en el suelo lleno de colillas sentados. Los chicos habían ido a buscar algo que les subiera el tono un poco más, y seguir dando saltos por medio de la carretera, gritando a los coches eufóricos. Alicia no dejaba de mirar su móvil. Quería contestarle, a Jaime, y acabar con esa mierda de noche ya, pero para cuando lo hizo, él no volvió a conectarse. Se sentía patética; no encajaba allí, ni en su casa, ni en la vida de nadie. Estaba condenada a hacerlo todo mal.
-¿Sabes? Esta canción es genial.
Se paró un par de segundos a escucharla, hasta que la identificó, y luego miró a Álex. Love is Dangerous
-I see your lips, I just can't hear the sound... -Empezaron a cantar los dos instintivamente.

Volvió a mirar su última conexión; nada. Nada de Jaime desde hace dos días. ¿ Exámenes? ¿O no quería hablar con ella? Realmente se moría por hablar con él, y planear verse de nuevo. Y prometerse que esa vez saldrá bien. Alicia siguió contándole a Julia lo que había pasado hace un par de noches, que ni ella terminaba de creérselo.
-¿Que hizo qué? -Las palabras le salieron de la garganta como un graznido.
-Álex... me besó.

Capítulo diecinueve.

Sentía una mezcla de idiotez e irresponsabilidad al mismo tiempo.
Le había fallado a todo el mundo, e incluso a sí mismo. Le daba la impresión de que los libros le comerían, y las paredes se encargarían de no dejar rastro. ¿Por qué era todo tan difícil?
Eran las dos y media de la mañana. Llevaba días sin dormir y no quería que este fuera una excepción, así que cogió su guitarra y se puso a tocar. Hey there, Delilah era su canción preferida, y nunca se cansaba de tocarla. Y sus compañeros de residencia apreciaban el sonido de las cuerdas, más que el de los altavoces, así que podía tocar tranquilo.
A la décima vez, decidió parar. Ni Historia de los países de hablar inglesa, ni cualquier otra asignatura le iba a impedir una ducha de agua ardiendo en pleno enero. Pero antes, quería probar un pequeño intento de disculpa: sabía que a Alicia le encantaban los Plain White T's, así que decidió grabarse tocando por duodécima vez una canción que sabía que le gustaría.

*Abrir Whatsapp.*
Alicia- en línea.
Jaime: Uy, no esperaba que estuvieras despierta a estas horas de la noche.. Quería pedirte disculpas por no poder hablar contigo esta tarde, así que he pensado que un poco de música vendría bien para arreglar las cosas. Espero que te guste.
*Enviar; bloquear el móvil.*

Esperó su respuesta hasta después de salir de la ducha: nada. Volvió a mirar su última conexión, y parecía ser que había leído su mensaje. ¿Por qué no respondía? Estará durmiendo, es bastante tarde, aunque sea viernes, pero no, se seguía conectando una y otra vez, y no respondía. Se habría enfadado con él, y con razón. Lo entendía, él mismo no se lo había perdonado. Aunque a primera vista pareciera una tontería, era algo bastante importante para él, y creía o quería saber que para ella también.

Salió de la ducha y no vio la luz roja de su blackberry encenderse. Apagó el móvil sin esperanza alguna de respuesta, y se puso el pijama. Cogió una sudadera de su armario, y salió de la habitación.
El conserje no estaba, así que pudo salir sin ser visto. Se dirigió a las pistas de baloncesto de un colegio cerca de la residencia, y se coló en una de ellas. Se había llevado consigo su antiguo balón, así que empezó a practicar triples.

A la mañana siguiente, una secretaria del colegio se encontró un balón de baloncesto en el patio del colegio. Se acercó, y vio algo escrito con piedra en el suelo:
Ojalá a ti te traiga más suerte de la que me trajo a mí.

Capítulo dieciocho.

Jaime: No... Lo siento, los exámenes me comen por todas partes. De verdad, me hubiese encantado verte.

Sintió un escalofrío agridulce. Adiós planes, adiós ser feliz por un momento. Volvió a revolver los papeles por su escritorio, esos que tanto había tardado en ordenar para causarle buena impresión a Jaime y resopló. ¿Por qué? Apoyó la cabeza en sus manos y sintió como se le empañaban los ojos. No voy a llorar, no voy a llorar, no me importa... Subió la música. La radio. Reconoció la canción al segundo, Qué Bonito de 84, y empezó a susurrarla, esperando que nadie se quejase del ruido... y nadie lo hizo.

-¿Sí? -Su voz sonaba pastosa. Fumando, o... durmiendo. Le dieron ganas de reír al imaginárselo.
-Hola, Álex... soy...
-Sí, ya sé -la interrumpió-. Dime.
-Que... ¿sigue en pie lo que me dijiste? Lo del concierto, digo.
-¿Eh? -Le pilló desprevenido, incluso su voz cambió.- Sí, sí, claro. Esa entrada sigue estando libre.
-¿A las nueve en el bar?

Todo había cambiado de un segundo a otro. De querer pasar la noche viendo a Jaime, se moría de ganas de ir a un concierto con Álex y sus amigos. Se imaginaba rodeada de gente, saltando, con luces alrededor y humo de tabaco. Tabaco de liar, y bebidas alcohólicas. Y manos en sitios que no deben estar, y gritos de euforia. Sonrió, era el plan perfecto para no pensar en Jaime, y en su cita fallida.
¿Se verían alguna vez? Ya llevaban varios meses hablando, y la confianza iba creciendo, y Alicia temía que el golpe de su caída fuese aún más fuerte. Más fuerte que esto. Más fuerte que la última vez; y esa fue bastante fuerte. Temía volver a la misma historia, a ser tonta y ablandarse, a ser la muñeca de todo el mundo. Y nunca mejor dicho.

Alicia: No pasa nada. Muy buena suerte en los exámenes.
Pasaron varios minutos en los que Jaime escribía  y dejaba de escribir, mientras a Alicia se le aceleraba el corazón, en menos de dos horas le esperaba algo que para ella era imposible. Y los imposibles, si se habla de amor, no existen.

Capítulo diecisiete.

Come up to meet you, tell you I'm sorry. You don't know how lovely you are, cantaba, al ritmo de una de sus canciones preferidas de Coldplay.

Los dos cogidos de la mano, pensaron en sus futuros.
-¡Vamos a pasar al cole de los mayores!- decía ilusionado aquel niño que no sabía lo que le esperaba en su primer curso de primaria.
-Tengo miedo, ¿no son muy mayores? Prefiero quedarme aquí, contigo.
Se querían. Pero era un amor inocente, de mentirijilla. Se llamaban amigos especiales, y no sabían estar el uno sin el otro. Eran prácticamente almas gemelas, aunque eso ellos todavía no lo sabían.
Jamás pensaron que algún día se separarían.


 *Abrir Whatsapp.*
Alicia: ¿Entonces dices que está noche puedes?

Y fue entonces cuando se acordó. Tenía una cita con Alicia. Una cita. Hacía tiempo que quería verla. Tiempo: desde que vio su foto de perfil de Whatsapp.
Qué egoísta era. Se había pasado la tarde entera escribiendo, e inspirándose, como decían los buenos escritores, que ni se había acordado de aquella chica que tanto le había ayudado en los últimos días.
A veces hay que anteponer el deber al placer.
Tenía que estudiarse cien páginas de Historia de los países de habla inglesa, y todavía no había empezado. Quería hasta poder encontrar un rato para ir a la playa, pero el conserje le había prohibido volver a pasar por la puerta de la residencia; sabía que no había adelantado mucho en sus estudios, y que le vendría bien concentrarse un poco.
No se podía permitir hablar con ella. Aunque era lo único en lo que pensaría, días después.

*Responder; enviar; apagar el móvil.*

Quizás el destino de verdad existe. Quizás estábamos destinados a separarnos. Subió el volumen de los altavoces, despreocupado por cualquier queja que pudieran tener los de la habitación de al lado.
Volvió a rememorar el fin de semana en la playa. Volvió a dibujar su sonrisa en su mente.
Entonces, ¿por qué tuviste que volver a aparecer?


Capítulo dieciséis.

-Tienes una voz bonita.
-Pero qué dices... no... -notó como su voz se cortaba y sus mejillas enrojecían. Sentía estar tocando la locura con la punta de los dedos.
-Creía que no íbamos a hablar nunca...
-Ya, bueno, yo... es que hablar por teléfono no... -su lengua se trababa y quería morirse, era una vergüenza inaguantable, quién la viese...
-Ey, tranquila, Alicia -dijo, y eso la hizo sonreír, por fin una sonrisa. El chico se apartó de la línea del móvil un momento, y habló con alguien. Ella sujetaba el móvil, con las manos sudorosas, mientras giraba en la cama de un lado para el otro. Jaime se aclaró la garganta y volvió a hablar.- Tengo que irme...
Y nada más oír eso, juró que había oído un 'pero no quiero'.

Tras cientos de minutos desparramados en la tarifa de su número, habían quedado en verse pronto, en hacer una videollamada. En descubrir si realmente él era como en su foto de perfil, si realmente él tenía motivos para infravalorarse y sentirse inferior al resto. Ella confiaba en que no, y quería hacerle cambiar de opinión. Quería verle sonreír alguna vez al menos; se lo merecía. Después de tantas madrugadas animándose el uno al otro, de tantas conversaciones picándose, riéndose. De tantos ratos echándose de menos, a cientos de kilómetros una sonrisa de la otra.

Entró, sujetandole la puerta a un hombre mayor que salía con una bonita sonrisa en la cara.
-Veo que ahora tenéis un público más jóven, eh. -Se rió, sentándose en un taburete libre.
-Desde que has entrado tú por la puerta sí. -Dijo señalando a un trío de quinceañeros que la miraban desde el otro lado del local.- Tengo algo que proponerte, rubia -la miró subiendo y bajando las cejas, con su sonrisa torcida.
-Va, dime, pero antes ponme lo de siempre, anda...
***

Mientras James Blunt sonaba, y los recuerdos se agolpaban entre las cuatro paredes de su habitación, Alicia miraba las fotos de su móvil. Las más antiguas, las de hace un año. Ella, con el pelo un poco más claro, subida a la espalda de él, sonriendo. Ella, sentada en las piernas de él, sacándole la lengua. Fotos de Julia, de Helena, de su pasado... Ella, tirada en una toalla de playa poniéndose morena, con unas gafas de sol. Miró sus muñecas en la foto, y sonrió con amargura bajándose la manga de la camiseta. No tendría que haberlo hecho. 
Se secó las lágrimas, y le mandó un mensaje de buenas noches a Jaime; mañana tenían una cita.

Capítulo quince.

Quería verla. Después de tantas discusiones, debates y risas acumuladas; quería verla. No se atrevía mucho a sacar el tema, pero no dejaba de repetirse lo mismo en la cabeza.
Últimamente la notaba decaída. Y no sabía precisamente qué era. Así que decidió intentarlo.

*Marcar número de teléfono.*
Buzón movistar; el teléfono 643837104 está apagado o fuera de cobertura. Por favor, deje su mensaje después de la señal.
*Colgar.*

Estaba harto de contestadores. Harto de todo.
Eran las cinco de la tarde, y tardaría una hora en llegar a la playa, pero cogió las llaves del coche, y su iPod, y se dirigió hacia la puerta. Podía irse, aunque tendría que volver temprano; al día siguiente tenía clase. Bajo las escaleras de la residencia corriendo, y el conserje se percató de su enfado.
-¿A dónde vas? Mañana tienes clase, y luego te veo muerto de sueño deambulando por aquí. ¿Estás bien, Jaime?- No se conocían de mucho, pero cruzaban palabra de vez en cuando. Siempre era muy educado con él, así que no podía ser desagradable con él.
-Vuelvo en unas horas. No te preocupes, pero gracias.- Fingió una sonrisa, que tranquilizó la expresión en los ojos de aquel hombre tan atento.

Consiguió bajarle los humos, pero no reprochó la idea de volver a su sitio preferido. El viaje se le hizo largo, ya que no había puesto música y así evitar cualquier bajón, que empeoraría las cosas.
Llegó a su hogar, con esos habitantes fantasmas, y las luces de Navidad todavía puestas. La temperatura era perfecta para un picnic viendo la puesta de sol, y las nubes decoraban el cielo como si de un cuadro se tratara. Todo parecía perfecto; aunque él en el fondo odiaba esa perfección.
No pasó a ver a su madre, que se preocuparía si supiera que tendría que volver a la residencia después de cenar, y tendría que conducir de noche. Fue directamente a la playa, a las rocas.
Al llegar, se dio cuenta de que no estaba solo. Una silueta tapaba el sol, y creaba un fotogénico contraluz, que le recordó que tendría que haberse traído la cámara. Aquella persona no se dio cuenta de su presencia, y ni se inmutó.  Decidió bajarse a la orilla, y ver la puesta de sol desde allí. Solía estar acompañado por drogadictos y personas de ese estilo, así que le había dejado de importar la compañía de otras personas por allí. Se había sentado en la arena, cuando una voz sonó de detrás suya:
-¿No saludas?- preguntó una voz femenina.
Se dio la vuelta, y la miró.
Estaba preciosa, con su bufanda, y sus vaqueros rotos. No iba pintada, ella odiaba el maquillaje. Y se encontraba igual que la última vez que la vio. No se lo podía creer.
-¿Judith..? ¿Qué.. Qué haces aquí?- se sonrojó, y los párpados se le llenaron de lágrimas, que deseaban salir de su escondite.
Ella bajó, y se acercó a él. Los dos habían esperado aquel reencuentro mucho tiempo, pero ninguno quería saber qué podría ocurrir después.

Capítulo catorce.

La música de la radio sonaba por toda la casa. Retumbaba por las paredes, y los suelos temblaban a los pies de Alicia. Su melena rubia se escapaba del coletero a cada movimiento, a cada salto que daba por los pasillos. Se iba dejando la voz por los rincones de la casa, riendo como una cría de trece. Pero daba igual, hoy era su día. Hoy era el día de olvidarse del mundo. Hoy era el día de sonreír.

-A coger el cielo con las manos, a reír y a llorar lo que te canto, a coser mi alma rota, a perder el miedo a quedar como un idiota. -Gritó al ritmo de la música, haciéndole los coros.
Siguió riendo mientras recogía, divertida, los mechones en una nueva coleta. Abrió el grifo, se mojó la cara, y siguió cantando. Pasó al baño y se miró al espejo, moviendo sus caderas al ritmo de la canción, y poniendo caras divertidas.
Realmente cualquiera la tomaría por loca si la viesen cuando se queda sola.
Aunque no siempre es así. También hay momentos que es mejor no contar nunca.
-Y a empezar la casa por el tejado. A poder dormir cuando tú no estás a mi lado. -Siguió cantando mientras salía del baño.
Y automáticamente, se le vinieron los recuerdos a la cabeza. De golpe, la voz ya no sonaba igual. De golpe sus movimientos fueron más lentos, hasta dejar de bailar.

-A veces me cuesta dormir cuando no estás a mi lado.
Él sonrió, a centímetros escasos de su boca. Y se fundieron, fueron uno por un mar de instantes. Mientras un labio recorría el contrario, y el tiempo se paraba en aquel parque. Manos acarician el pelo, manos sujetan desde la nuca. Sentimientos verdaderos, confesiones de una tarde de Agosto. 
-A mí a veces me cuesta creer que pierdas el tiempo conmigo.
-Contigo el tiempo no existe.

Le dieron ganas de insultar. De insultarle a él, a ella, a sí misma. Gilipollas, zorra, estúpida. Por ese orden. Pero se contuvo, y mandó a la basura su día. Mandó a la basura el día de sonreír. Mandó todo a la basura y cantó en apenas un susurro:
-Ruinas. ¿No ves que por dentro estoy en ruinas?

*Abrir Whatsapp*
Jaime: ¿Tu skype cómo era? Quizá algún día podamos hacer videollamada y vernos.

Vernos. Verse. Y eso la hizo sonreír. Solo de pensarlo...
*Responder; enviar; subir la música.*

Capítulo trece.

Las vacaciones se acababan. Y con ellas, los cambios y las oportunidades. Todavía no entendía ese sentimiento de felicidad y tristeza a la vez. Cada vez que hablaba con Alicia, se sentía él mismo; aquel que hace nueve meses era feliz. Pero se separaban, volvía a la rutina, y las cosas no pintaban nada bien.
No les había visto desde que ocurrió. Y no se sentía con fuerzas para ello. No quería enfrentarse a la realidad, no quería afrontar sus errores.

Volvió. Quería volver a ver los columpios, la pista de baloncesto y la de fútbol, donde tantas peleas habían tenido lugar. Todos los niños de primaria llenaban las pistas con energía, y fuerza. Los de secundaria; dispersados entre escaleras, y clases, hablando unos con otros sobre las vacaciones de Navidad. Y los de bachillerato..
La veía. Todavía la podía ver. Con Álvaro, en el mismo banco de siempre. Con su trenza de espiga, y ese pelo rubio que le asombraba tanto. La veía reír entre el grupo, contando chistes malos. Y ella le miraba, con su cara de cachorrillo. Se levantaba y se dirigía hacia él para animarlo, y integrarlo en el grupo. Nunca se dio por vencida, nunca le dejó.
-No está ahí, Jaime. Se ha ido.- murmuró.

*Marcar número de teléfono.*
Buzón movistar; el teléfono 693456120 no contesta. Por favor, deje su mensaje después de la señal.
Ho.. Hola Judi.. Sé que me dijistes que no te llamara.. Pero.. no puedo más. Estoy delante del instituto, y.. me vienen a la mente tantos recuerdos.. Pasamos tantas momentos juntos.. Sé que ya nada volverá a ser lo mismo, y.. lo siento. La mayoría de la culpa es mía. Pero.. Necesito hablar con alguien.
Y.. Te echo de menos.
*Colgar.*

La radio del coche estaba encendida, pero durante el viaje de vuelta no dejó de pensar en ella. No habían hablado desde mayo. Le había deseado suerte, aunque ella sabía que no creía en esas cosas. Se despidieron con un adiós, y lágrimas en los ojos. Sabían que no volverían a ser los mismos, ahora que habían mil y pico kilómetros entre ellos. Ella lo había intentado, pero él la había defraudado.

Premio.


Reglas:
-Nominar a diez blogs que nunca descansan.
-Colocar el enlaze de la persona que te ha otorgado el premio.
-Contestar a las siguientes preguntas:

¿Cuál es tu animal favorito?
Estela: Los osos polares. No, no, no. Los tigres blancos. O los conejos. Yo que sé.
María: Siempre he pensado que ha sido el caballo. Aunque ahora que lo pienso, no estoy segura. Quizás el perro, pero en cuanto a animales, soy lo peor.
¿Qué blog te inspira para continuar adelante?
Estela: Ninguno. Va a sonar cutre, o lo que quieras, pero ninguno. Un blog, cualquiera no, pero un texto o algo subido, lo máximo que puede hacer es entenderme o al menos yo identificarme con él. Pero inspirarme para seguir adelante... 
María: Este. Este blog ha conseguido que empiece con algo que me encanta. Nunca imaginaría que empezaría un blog con la loca esta, y menos aún que gustaría tanto, y que me ayudara tanto. De alguna manera u otra, este blog para mí es algo especial.
¿Cuándo has hecho algo absurdo y ha acabado siendo un éxito?
Estela: Creo que nunca he hecho algo que haya acabado siendo un éxito; pero supongo que escribir. Empecé de una manera que, seamos sinceros, era la forma más absurda de empezar algo. Y bueno, ahora es como un salvavidas.
María: ¿Un chiste malo cuenta? Nah. Absurdo fue aburrirme tanto como para meterme en una página de internet llamada Ask, y llegar a conocer a personas que ahora son imprescindibles para mí, como Estela. Empezó por simple aburrimiento, y de ahí he conocido a muchísima gente.. Es algo que prácticamente me ha cambiado la vida, así, siendo sincera.
¿Cuál es la peli más bonita que has visto?
Estela: Pf... Yo es que soy más de libros. Y si te tengo que hablar de películas, donde estén las de acción... Pero si hablamos de algo bonito, las de acción como que no. 'Olvídate de mí' es una película que me marcó, sinceramente. Me pareció preciosa; pero a gustos, colores. 'El Diario de Noah' aunque sea muy típica, nunca me cansaré de verla (y de llorar como una cría pequeña).
María: Cinéfila, soy muy cinéfila. No puedo elegir película. Lo pienso y tal, pero nada. Elegiría, 'El Dorado' de dibujos animados, 'Tú la letra y yo la música' como la primera película romántica que vi, 'Un puente a Therabitia' como película a la cual le cogí manía y luego me encantó, y 'Origen', como mi mayor tesoro, es de mis preferidas. ¿Has contestado a la pregunta, María? No, un cero para mí.

¿Quién nos ha dado el premio? 
Ari. O Mel, desde Si tu magia ya no me hace efecto, ¿cómo voy a continuar?

¿A quién nominamos?
Te nominamos a ti. A todo aquel que esté leyendo ahora mismo.

Y náh, voy a escribir mal por una véh en este blog. Qu'es que me da a mí que Eztela está estudiando o algo, y cuando ella se pone no hay quien la pare. Y m'ha mandao' que escriba esto. Como yo tengo imaginación nula, escribo cosas random para que nos dejéis de seguir y tal.
Si no subimos capítulos es porque no podemos, aunque a partir de ahora no dejo ni un día. Que la Eztela estará de evaluasiones o algo, chicos.
Gracias a todos por leernos, y por el apoyo.
Y gracias por animarme a que la cague al lado de la Es-tela marinera. Sé que os encanta.
Un beso de parte de la Eztela estudiante, y otro mío. ¡Hasta más ver!


Capítulo doce.

Llevaba media hora encerrada en el baño. Pero no en su baño, en el baño de la casa de Julia. De la morena de curvas perfectas. Llevaba media hora en frente del espejo, mirándose la cara de idiota que tenía. Con aquel estúpido pantalón vaquero y la camisa de flores. Mientras el pelo le caía por los hombros y la sonrisa no le cabía en la cara. Había recibido un mensaje de Jaime, algunos minutos después de año nuevo.
Hace tiempo que no decía esto, pero.. Hagamos que este año sea mejor que el anterior. Sé que has pasado por malos momentos este último año, y también sé que tú sabes lo mismo de mí. 
Quiero proponerte una cosa. Vamos a guardar el pasado, y a empezar a escribir el presente. Vamos darnos una oportunidad, porque la merecemos. Juntos.
PD: Feliz Año Nuevo, Alicia.
Salió del baño y se apoyó en el marco de la puerta, mientras Julia la miraba esperando una explicación a su media hora encerrada sin dar señales de vida. ¿Su explicación? Se había quedado sin palabras; había felicitado el año a su familia y había cruzado corriendo las cuatro calles que separaban su casa de la de Julia.
-¿Y bien?
-Eh... Mira. -Le pasó el móvil como si de una bomba nuclear se tratase. Como un virus mortal.
Julia empezó a leerlo, una y otra vez, esperando a que su amiga dijese algo. Pero no lo hizo; un shock.
-¿Y tú qué le has dicho?
-Nada.
-¿Nada?
-Nada.
Un silencio reinó en la habitación de paredes añiles. Se oía a la familia aún recoger los restos de la cena, a Belén mandar sobre su marido. A su corazón querer estallar de un momento a otro.
-¿Y qué has hecho durante este tiempo que no has contestado?
-Lo he apagado, dos veces. Creo que lo he leído tantas veces que sería capaz de recitártelo de memoria, Julia. Yo...
-Te gusta.
-Me apoya, me anima. Me hace sonreír.
-Te gusta. -Insistió ella.
-Vaaaaale, sí. -Dijo sentándose en la cama.- Me gusta. Me gusta mucho. -Se tapó la cara con las manos.- Es diferente. No me trata como los demás... Pero en mí no se va a fijar. Mírame, -dijo levantándose de la cama y agarrándose michelines invisibles por todo el cuerpo- estoy gorda.
-Y muy tonta, también. A ver, ven. -Hizo que su amiga se agachase de cuclillas, de manera que sus ojos quedasen a la misma altura.- Eres preciosa. Y créeme, que hay gente que se fija en el interior. Poca gente, pero la hay. Así que coge el móvil, y escríbele, arregla este desastre, anda.
Alicia cogió el móvil y suspiró; había empezado el año liándola.

*Abrir Whatsapp; teclear.*
Alicia: Este año será mejor que el anterior, prometido. Haremos del 2013 el mejor año de la historia. Pero juntos, ¿eh? Tú lo has dicho, el pasado a la basura, empecemos de cero, sin recuerdos. Sin arrepentimientos. Es nuestra oportunidad, y nadie va a quitárnosla. 
PD: Feliz Año Nuevo, Jaime.

Pulsó en enviar y miró a su amiga. Demasiado perfecta, pensó.