Seguidores

Texto

¡Hemos llegado a las dos mil visitas!
Estela y yo hemos decidido que -si queréis- podemos hacer algo especial para celebrarlo.
Para ello necesitamos ideas. Si tenéis alguna sugerencia, podéis contactar con nosotras en Twitter (María y Estela).
Si no venís con ninguna no haremos nada y todos moriremos de tristeza.

Capítulo diecinueve.

Sentía una mezcla de idiotez e irresponsabilidad al mismo tiempo.
Le había fallado a todo el mundo, e incluso a sí mismo. Le daba la impresión de que los libros le comerían, y las paredes se encargarían de no dejar rastro. ¿Por qué era todo tan difícil?
Eran las dos y media de la mañana. Llevaba días sin dormir y no quería que este fuera una excepción, así que cogió su guitarra y se puso a tocar. Hey there, Delilah era su canción preferida, y nunca se cansaba de tocarla. Y sus compañeros de residencia apreciaban el sonido de las cuerdas, más que el de los altavoces, así que podía tocar tranquilo.
A la décima vez, decidió parar. Ni Historia de los países de hablar inglesa, ni cualquier otra asignatura le iba a impedir una ducha de agua ardiendo en pleno enero. Pero antes, quería probar un pequeño intento de disculpa: sabía que a Alicia le encantaban los Plain White T's, así que decidió grabarse tocando por duodécima vez una canción que sabía que le gustaría.

*Abrir Whatsapp.*
Alicia- en línea.
Jaime: Uy, no esperaba que estuvieras despierta a estas horas de la noche.. Quería pedirte disculpas por no poder hablar contigo esta tarde, así que he pensado que un poco de música vendría bien para arreglar las cosas. Espero que te guste.
*Enviar; bloquear el móvil.*

Esperó su respuesta hasta después de salir de la ducha: nada. Volvió a mirar su última conexión, y parecía ser que había leído su mensaje. ¿Por qué no respondía? Estará durmiendo, es bastante tarde, aunque sea viernes, pero no, se seguía conectando una y otra vez, y no respondía. Se habría enfadado con él, y con razón. Lo entendía, él mismo no se lo había perdonado. Aunque a primera vista pareciera una tontería, era algo bastante importante para él, y creía o quería saber que para ella también.

Salió de la ducha y no vio la luz roja de su blackberry encenderse. Apagó el móvil sin esperanza alguna de respuesta, y se puso el pijama. Cogió una sudadera de su armario, y salió de la habitación.
El conserje no estaba, así que pudo salir sin ser visto. Se dirigió a las pistas de baloncesto de un colegio cerca de la residencia, y se coló en una de ellas. Se había llevado consigo su antiguo balón, así que empezó a practicar triples.

A la mañana siguiente, una secretaria del colegio se encontró un balón de baloncesto en el patio del colegio. Se acercó, y vio algo escrito con piedra en el suelo:
Ojalá a ti te traiga más suerte de la que me trajo a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario