Su madre y Helena la miraban. Con los ojos como platos. El vaso se había hecho pedazos en el suelo del salón y a su corazón le faltaban segundos para acabar igual.
-Sí... sí.
Se levantó de la silla, chocando con algunos cristales al moverse, y salió del salón. Ninguna de las dos dijo nada hasta que ella cerró la puerta del baño.
-Buenos días, Ali -Dijo Helena comiéndose la última galleta de la bandeja.
-Por decir algo... -murmuró y ni siquiera dijo nada cuando su madre la puso mala cara por no desayunar. No tenía cuerpo, ni ganas. Solo quería que todo fuese bien. Que eso fuese bien.
- Mamá... ¿podemos hablar?
-Sí, claro. Dime.
-¿Te acuerdas anoche, las noticias? -esperó a que su madre la hiciera alguna seña de afirmación, pero no lo hizo. Continuó- Un amigo mío iba en ese avión.
Madre e hija se miraron. Mientras Alicia se rompía por segundos, la mujer, algo canosa, no sabía qué pensar. Ni qué decir. Quiso acercarse a su hija y abrazarla, pero sabía que eso no ayudaría de nada.
-Y... bueno... nunca te pido nada. Lo sabes. Y... quería pedirte que... me dejaras ir a Murcia. Cuando den nuevas noticias, mamá. Por favor. Es muy importante.
*Abrir WhatsApp; nuevo mensaje*
Alicia: ¿Dónde estás? ¿Estás bien?
Alicia: ¿Jaime...?
Alicia: Joder...
Alicia: ¡Necesito que me hables cuando leas esto! O que me llames.
Alicia: O algo. Lo que sea.
Alicia: Por favor...
Abrió la puerta del bar. Hacía tiempo que no iba y echaba de menos el olor a humo y a alcohol barato con hielo. El olor a viejos amigos, a música, a resaca. A Álex. Estaba tras la barra, con la misma sonrisa torcida de siempre. Con su pelo revuelto y su actitud despreocupada. Le echaba de menos.
-Hola...
-Ey, rubia. No entres aquí con esa cara de patillo, que me espantas a la clientela.
-Pero qué clientela... si esto está muerto -dijo sentándose en el taburete.
-¿Lo de siempre?
-Por favor...
-Oye, Álex... quería pedirte un favor... ¿te apetece viajar conmigo?