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¡Hemos llegado a las dos mil visitas!
Estela y yo hemos decidido que -si queréis- podemos hacer algo especial para celebrarlo.
Para ello necesitamos ideas. Si tenéis alguna sugerencia, podéis contactar con nosotras en Twitter (María y Estela).
Si no venís con ninguna no haremos nada y todos moriremos de tristeza.

Capítulo veintisiete.

*Dos meses después*

-Quiero dejarlo.
Movió lentamente el hielo en el gran vaso de tubo. Esperaba que él se levantara de golpe de la mesa y se largara, pero simplemente parpadeó y rodeó su vaso con las manos.
-¿Qué?
Tenía barba de tres días y tenía una gran mancha amarilla en el cuello de su camiseta. Las cosas no estaban yendo nada bien. El bar había cerrado, ni siquiera las actuaciones de Alicia hacían llegar al mínimo de ingresos cada mes. La gente sólo entraba a pedir agua, y en cualquier caso, los tres de siempre pedía anís y cerveza. La gente ya no se impresionaba con la bonita guitarra roja de Alicia, ni mucho menos con la actitud de Álex. Un fracaso. Y ahora otro. Se miraron y ella notó como algo le cosquilleaba en su muñeca izquierda, pero se había prometido no volver a hacerlo desde la última vez.

-¡Alicia, abre la puerta! -se había encerrado en el baño hacía veinte minutos y no se oía nada a través, incluso había otras chicas interesadas en entrar, pero la puerta estaba atascada.- ¡Por favor!
Las chicas gritaban que saliera ya, que el baño no era suyo. La insultaron y golpearon la puerta una y mil veces, hasta que Álex, con sus gritos, acabó por dispersar la gente. Sacó la llave y quiso morirse.
-¡Joder, Alicia!
Estaba tirada en el suelo, con un charquito de sangre alrededor de su muñeca izquierda. Tenía la mirada perdida y por un segundo, pensó que en realidad el que la había perdido era él.

-¿Es por él?
-Le echo mucho de menos.
-¿No habéis vuelto a hablar?
-No...

-Ya puedes pasar, cielo.
La madre de Jaime era exactamente igual a cómo se la imaginaba. Era bajita, rubia y tenía los labios casi rojo carbón. Su mirada, por encima de las gafas, te incomodaba, pero esa vez simplemente quiso abrazarla. Abrió la puerta y fue como una descarga eléctrica directa a sus piernas. Pero se sintió caer justo cuando un cojín rebotó contra la pared.
-¡Quítame el maldito suero! 
-Jaime, no... soy Alicia. 
-¡No me importa, quítame esto!
Estiró de la vía y Alicia empezó a gritar ayuda como nunca pensó que lo haría.


2 comentarios:

  1. Ha sido tan... confuso.
    Dios, qué ganas tenía de que volvierais a subir. ¡Os quiero! :'D

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    Respuestas
    1. Estela escribe demasiado bien y poético y por eso es confuso entender los palabros que escribe. Cuando saquemos el siguiente, que es el mío, todo será muy muy sencillo.

      Yo también me alegro de que hayamos vuelto. Ay, ¡muchas gracias!

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